Vacaciones de invierno

Vacaciones de invierno: una guía para encontrar el equilibrio entre el descanso y la rutina de los chicos

Ya no hay clases y los chicos están todo el día en casa. Te dejamos algunos consejos para no perder el orden ni caer en la locura.

Periodista, Licenciada en Comunicación Social, redactora y creadora de contenido en redes sociales

Con la llegada del receso escolar, los hogares se transforman: desaparecen los despertadores, se relajan los horarios y surgen nuevas preguntas. ¿Hasta qué punto está bien flexibilizar las rutinas? ¿Qué hacer con el tiempo libre de los chicos? Mientras ellos celebran la libertad de no tener clases, muchos adultos se enfrentan al desafío de planificar días que incluyan entretenimiento, descanso y cierta estructura. La idea no es replicar la rutina escolar, sino encontrar un ritmo más amable que no descuide lo esencial.

El receso puede ser una gran oportunidad para compartir tiempo de calidad en familia. Tardes de juegos, salidas al aire libre, actividades culturales o incluso un paseo por la plaza se convierten en momentos valiosos. Lo importante, coinciden los especialistas, es acompañar a los chicos con presencia real, pero sin sobrecargar el día de actividades ni de salvar momentos con pantallas. El aburrimiento, lejos de ser un enemigo, puede volverse una puerta a la creatividad y la autonomía.

¿Flexibilizar todo o mantener ciertas reglas?

Dormir hasta tarde, comer a cualquier hora o pasar horas frente a una pantalla son hábitos tentadores durante las vacaciones. Sin embargo, mantener cierta organización -sobre todo en el descanso y la alimentación- es fundamental. Los especialistas recomiendan conservar rutinas básicas sin ser rígidos, para que el cuerpo y la mente de los chicos no se desajusten por completo. El objetivo es que vuelvan al aula sin agotamiento ni dificultades para retomar el ritmo.

Además, las vacaciones permiten descubrir formas distintas de aprendizaje. No todo se enseña en un aula: explorar un museo, leer por placer, inventar un juego o cocinar en casa también son experiencias que nutren. La clave está en ofrecer opciones variadas y escuchar lo que los chicos realmente quieren hacer. Incluirlos en la planificación les da protagonismo y fortalece su autonomía.

Las familias con menos tiempo libre pueden apoyarse en propuestas como talleres barriales, actividades culturales gratuitas o programas organizados. Lo esencial es generar un entorno seguro, estimulante y afectivo. Porque, en definitiva, unas buenas vacaciones no dependen del presupuesto ni del viaje perfecto, sino de cómo se viven los pequeños momentos compartidos.

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