Cómo las Islas Feroe vencieron al mar con túneles
Las remotas islas del Atlántico Norte son dueñas de una red de túneles que sorprenden a todo el planeta.
Las Islas Feroe son un rincón perdido del Atlántico Norte, a medio camino entre Escocia, Islandia y Noruega. Son apenas 18 islas, 50 mil habitantes y tres veces más ovejas que personas. Hasta hace poco, para ir de un pueblo a otro había que depender de ferris y carreteras que se retorcían entre acantilados y fiordos. Hoy, el mapa cambió: bajo las aguas heladas, una red de túneles conecta lo que antes estaba aislado.
Los increíbles túneles de Islas Feroe
El primero fue el Vágatunnilin, inaugurado en 2002, uniendo la isla del aeropuerto con la capital, Tórshavn. Tres años después llegó el Norðoyatunnilin, llevando asfalto bajo el mar hasta Klaksvík. Pero la obra que puso a las Feroe en todos los portales de ingeniería fue el Eysturoyartunnilin, abierto en 2020: 11 kilómetros de carretera submarina con la primera rotonda bajo el mar del planeta.
El día a día en Feroe
Vivir en las Islas Feroe es convivir con un clima impredecible: viento que arrastra todo, niebla que aparece de golpe y noches largas en invierno. Por eso, estos túneles no son solo infraestructura: son una forma de resistir al aislamiento, un puente constante en un lugar donde el océano es tan enemigo como aliado.
Desde la superficie, todo parece igual: ovejas pastando, montañas verdes y agua por todas partes. Pero bajo las olas, el país se sigue tejiendo en silencio, con caminos que desarman la geografía y que hacen que, en las Feroe, atravesar un mar sea tan fácil como cambiar de calle.