Hezbollah llora a su líder
La muerte de Hassan Nasrallah: un golpe devastador para Hezbollah que despierta el mayor dilema de Irán.
Hassan Nasrallah ha muerto. Su martirio representa un golpe devastador para el grupo terrorista Hezbollah que desde los tempranos años 80 ha sido arquitecto fundamental de la decadencia del Líbano, un país que en otras épocas supo ser un foco de civilización y desarrollo en Medio Oriente.
Además de Nasrallah también fueron abatidos a manos de Israel todos los altos mandos de la agrupación chiíta patrocinada por el régimen teocrático de Irán en apenas dos semanas. De su estructura jerárquica sólo parece haber sobrevivido Abu Ali Rida, tercero en la línea de mando y jefe operativo de la Unidad Bader.
No es la primera vez que Israel elimina a un jefe de Hezbollah. En 1992 había alcanzado a Abbas al-Musawi, fundador de la organización y quien fuera sucedido por Nasrallah. Pero esta vez es completamente diferente: la cadena de mando quedó totalmente destruida, sus comunicaciones desarticuladas y su interlocución con Irán muy debilitada.
Pese a que Teherán se apresuró a decir tras el bombardeo al bunker en Beirut que "todos son reemplazables" -un slogan publicitario/motivacional- la realidad indica que Nasrallah condujo los destinos de la organización como pocos. Fue él quien la hizo crecer en volumen operativo, quien sembró de pánico la política y la religión del Líbano, como también de haber sido el responsable de comandar la defensa en Siria del dictador Bashar Al-Assad, algo que le representó una sangría profunda y un alto costo político interno.
Era, sin dudas, el alumno ejemplar de Irán.