Mi año en Oxford, final explicado: ¿Qué pasa con Jamie?
El éxito de Netflix tiene un final duro con uno de sus protagonistas.
Mi año en Oxford, uno de los éxitos recientes de Netflix a nivel global, cautiva al público no solo por su estética romántica y su ambientación universitaria, sino por la profundidad emocional de sus personajes. En el centro de la historia está Jamie, interpretado con sensibilidad y carisma, cuyo destino conmueve a los espectadores.
¿Qué pasa con Jamie en Mi año en Oxford?
Aunque la trama comienza con un tono liviano, lo que ocurre con Jamie cambia por completo el rumbo del film. Durante buena parte del relato, parece que Cecilia será el típico obstáculo en el vínculo entre Jamie y Anna. Sin embargo, el guion da un giro inesperado: Cecilia no es una ex ni una rival, sino la exnovia del hermano de Jamie, fallecido tiempo atrás.
Lo que la une a él no es deseo ni celos, sino el duelo compartido por Eddie. Esa revelación cambia la mirada sobre el personaje y le suma una capa de ternura y comprensión al conflicto central.
Pero el gran secreto que sostiene Jamie durante casi toda la película es su enfermedad. Al igual que su hermano, ha sido diagnosticado con cáncer. Sin embargo, en lugar de tratarse, decide vivir lo que le queda de vida con plenitud. Es por eso que no le revela nada a Anna: no quiere condicionarla ni arrastrarla a un final anunciado.
La lógica detrás de su decisión en Mi año en Oxford es tan desgarradora como comprensible: no quiere repetir el calvario de Eddie, ni que Anna renuncie a sus sueños por él. Pese a todo, Anna se entera. Y en lugar de tomar distancia, elige quedarse. Renuncia a una carrera prometedora en Estados Unidos para acompañarlo en sus últimos meses.
El drama familiar de Jamie también tiene peso en su historia. Aunque no se explicita del todo, se sugiere una fractura con su padre, originada tras la muerte del hermano mayor. Jamie siente que su padre habría preferido que viviera el otro hijo, lo que añade una carga emocional aún más compleja. Sin embargo, al final, ese padre también demuestra que no quiere perder a su único hijo sobreviviente. Una tragedia que se repite y deja cicatrices sin cerrar.
Cuando Jamie muere, Anna no se derrumba. En cambio, decide honrar su memoria realizando el viaje por Europa que él soñaba compartir con ella. Lo hace sola, pero acompañada por su recuerdo. Finalmente, regresa a Oxford como profesora, cerrando el ciclo con un gesto de amor: una tarta Victoria Sponge, símbolo de los pequeños momentos compartidos. Mi año en Oxford no solo cuenta una historia de amor, sino también una lección sobre la pérdida, el duelo y el coraje de seguir adelante.