"Monstruo": la historia real detrás de la novia de Ed Gein
La serie sobre el infame asesino trajo al presente toda la polémica que se despertó a su alrededor.
Netflix volvió a encender el interés por los asesinos reales con el estreno de Monstruo: la historia de Ed Gein, una serie de ocho capítulos que ya se ubicó entre los títulos más vistos de la plataforma. La producción repasa la vida del temido "Carnicero de Plainfield", el hombre que inspiró a clásicos del terror como Psicosis. Pero entre los muchos aspectos que rescata la serie de Netflix, uno de los que más llama la atención es la figura de Adeline Watkins, presentada como la novia que reveló el costado más desconcertante del asesino: su aparente capacidad de amar.
"Monstruo": el secreto detrás de la novia de Ed Gain
En Monstruo: la historia de Ed Gein, interpretada por Suzanna Son, Watkins aparece como el vínculo más humano del protagonista, un personaje que rompe con la idea del asesino completamente aislado.
En la vida real, Adeline surgió en los titulares en 1957, tras el arresto de Gein, cuando aseguró haber sido su pareja durante dos décadas. Su relato contrastaba brutalmente con el horror que la policía había encontrado en la granja de Wisconsin: restos humanos, máscaras de piel y objetos confeccionados con huesos. Para ella, en cambio, Ed era un hombre "tranquilo y educado".
Sin embargo, como muestra la serie de Netflix, la historia de amor entre Gein y Watkins se desmoronó con rapidez. En entrevistas posteriores, la mujer desmintió parte de lo dicho y aclaró que el supuesto noviazgo de 20 años había sido una exageración mediática. En realidad, apenas habían salido juntos unos meses, entre 1954 y 1955.
Netflix explora esa ambigüedad con sutileza: Adeline Watkins se convierte en el espejo de lo que Gein pudo haber sido si su vida no hubiera estado dominada por la obsesión materna y el aislamiento. Su rechazo a la propuesta de matrimonio de Gein -por una "sensación inexplicable de peligro"- es retratado en la serie como un giro trágico que la salvó del destino de otras víctimas.
Así, Monstruo: la historia de Ed Gein mezcla realidad y dramatización para construir una figura femenina que, aunque secundaria, resulta esencial para entender el alma del asesino. El legado de Adeline Watkins quedó como el último hilo de humanidad en la vida de un monstruo.