¿Qué significa la invasión alienígena de escabarajos o cascarudos de El Eternauta?
La producción que tiene a Ricardo Darín como protagonista es una de las más aclamadas del momento.
A simple vista, El Eternauta puede parecer una historia de ciencia ficción más: extraterrestres, nieve mortal, escarabajos gigantes. Pero detrás de la acción y el suspenso hay algo más profundo. La invasión no es solo física, sino también simbólica. La serie -como la historieta original- usa el género para hablar de algo muy terrenal: el poder, el miedo y el control.
Escarabajos y control mental: el lenguaje de la represión
Los escarabajos, o "cascarudos", que atacan Buenos Aires, representan algo más que una amenaza alienígena. Funcionan como metáfora de las fuerzas represivas de los regímenes autoritarios. Al igual que esas criaturas, los militares de las dictaduras avanzaban de forma brutal y sin conciencia. A su vez, la nieve tóxica que precede la invasión siembra la desconfianza y el aislamiento: una clara alusión al clima de paranoia que dominó los años más oscuros de la Argentina.
Pero el miedo no opera solo desde afuera. Una de las imágenes más potentes de El Eternauta es la de los humanos controlados mentalmente por los invasores. Vecinos, amigos y familiares pueden transformarse en enemigos sin que nadie lo note. Esa lógica de "nosotros contra nosotros" refleja a la perfección la fragmentación social que generaron las dictaduras. El enemigo no se ve, pero actúa desde adentro.
La resistencia como legado
En medio del terror, aparece la resistencia. Juan Salvo y su grupo no solo luchan por sobrevivir: intentan recuperar lo perdido. Esa resistencia representa a quienes, como el propio Oesterheld, se enfrentaron al poder con lo que tenían a mano. En la serie, Juan busca a su hija. En la vida real, Oesterheld perdió a las suyas. Y esa herida es parte del relato.
El Eternauta no solo cuenta una historia de ciencia ficción. Cuenta cómo se vive bajo un poder que aplasta, cómo se lucha, y qué se pierde en el camino. Los escarabajos no son solo monstruos. Son un espejo. Uno que todavía incomoda.