Boca Juniors sigue sin levantar cabeza. Cayó 2-1 ante Atlético Tucumán y quedó eliminado en 16avos de la Copa Argentina. El golpe no solo duele por el resultado: era una vía directa para clasificar a la Copa Libertadores. Cavani volvió a fallar goles increíbles y su tanto agónico apenas maquilló el desastre.

En conferencia, Miguel Ángel Russo eligió el camino de las excusas. "Perdemos porque el árbitro no cobró una falta muy grande a Paredes", dijo. También rescató "los últimos 15 minutos del primer tiempo", un consuelo menor para un equipo que lleva diez partidos sin ganar y se hunde en dudas.

La realidad es concreta: a Boca le quedan solo dos caminos para llegar al máximo torneo continental. Uno es ganar el Torneo Clausura, donde ni siquiera está dentro de los ocho que clasifican a playoffs. El otro es conservar su lugar en la tabla anual, donde está tercero y, por ahora, accede a la fase previa.

El peso de la historia y el silencio del juego

Pero ese "por ahora" también suena a advertencia. Con el nivel actual, ni Cavani, ni Paredes ni el peso de la camiseta garantizan nada. La defensa es un temblor, el medio campo no genera y el técnico no encuentra respuestas. Boca parece jugar a no perder... y pierde igual.

Lo que viene es decisivo: Huracán, Racing, Talleres, partidos que no admiten distracciones. Boca se juega su año y su prestigio. Y mientras el técnico habla de "cosas que me gustaron", la gente ya empieza a mirar el calendario con más preocupación que ilusión.