El fútbol argentino despide hoy a Miguel Ángel Russo, uno de sus técnicos más queridos y exitosos. El entrenador de Boca Juniors falleció a los 69 años en su casa, donde permanecía bajo internación domiciliaria. Desde 2017 batallaba contra un cáncer de próstata, enfermedad que en los últimos meses complicó severamente su estado de salud.

Russo había dejado de asistir a los entrenamientos y partidos del club a mediados de septiembre, luego de sufrir varias internaciones por cuadros de infecciones y deshidratación. Su último partido al frente del equipo fue el 21 de septiembre, en el empate 2 a 2 ante Central Córdoba en La Bombonera.

Una vida ligada al fútbol

Nacido el 9 de abril de 1956 en Lanús, Russo fue mediocampista y símbolo de Estudiantes de La Plata, club donde disputó más de 400 partidos oficiales, anotó 11 goles y levantó los títulos del Metropolitano 1982 y el Nacional 1983.

Apenas retirado, en 1989 inició su carrera como director técnico en Lanús, y desde entonces condujo a una larga lista de equipos: Estudiantes, Vélez, Rosario Central, Racing, San Lorenzo, Colón y Boca, entre otros. También trabajó en el exterior, con pasos por Universidad de Chile, Salamanca (España), Monarcas Morelia (México), Millonarios (Colombia), Alianza Lima (Perú), Cerro Porteño (Paraguay) y Al-Nassr (Arabia Saudita).

El técnico del pueblo y de la Libertadores

Su nombre quedó grabado en la historia de Boca al consagrarse campeón de la Copa Libertadores 2007, con Juan Román Riquelme como figura. Aquella coronación lo elevó al lugar de los grandes entrenadores del club.

En su extensa trayectoria, Russo consiguió tres ascensos (con Lanús, Estudiantes y Rosario Central), tres títulos de Primera División (con Vélez, Rosario Central y Boca) y un campeonato con Millonarios de Colombia.

Sencillo, trabajador y querido por colegas y jugadores, Miguel Ángel Russo deja una huella profunda en el fútbol argentino: la de un hombre que hizo del respeto, la templanza y la pasión su marca eterna.