Después de doce años de estadios con hinchadas partidas por la mitad, el fútbol argentino se anima a un regreso esperado: la vuelta del público visitante. El partido entre Lanús y Rosario Central será la primera "prueba piloto" oficial en la Provincia de Buenos Aires. Se jugará el sábado y ya se definieron los detalles: habrá 7000 entradas para los canallas, con controles estrictos en el viaje y sin banderas.

El operativo de seguridad será grande, porque también es grande el temor a que se repita el pasado. En 2013, un hincha de Lanús fue asesinado por la policía antes de un partido con Estudiantes y, desde entonces, los visitantes quedaron fuera del mapa. Ahora, empujados por el regreso de Ángel Di María a Central y con presión de AFA, los organismos decidieron abrir una hendija.

La ilusión, medida en entradas y recuerdos

Que un hincha vuelva a ver a su equipo fuera de casa parece algo básico, pero en Argentina se convirtió en excepción. La Copa Argentina fue durante años el único rincón neutral que sostenía esa costumbre, y algunos estadios del interior -como el Kempes o el Malvinas- también se animaron, pero nunca fue una norma. Esta vez, la Liga Profesional empieza a formalizar lo que parecía perdido.

De todos modos, el regreso no será inmediato ni parejo. Por ahora se habla de un solo partido con visitantes por fecha, y los clubes con socios en todas sus tribunas, como Boca o River, ya anticiparon que no están dispuestos a ceder espacio. La reciprocidad tampoco está garantizada: Lanús ofrece entradas ahora, pero nadie asegura que Central devuelva el gesto en Arroyito.

Con condiciones y advertencias, el fútbol argentino inicia un experimento delicado. Si sale bien, podría marcar el regreso paulatino de un folclore genuino. Si sale mal, volverán las puertas cerradas. El desafío está planteado, y el primer test tiene fecha, horario y protagonistas.