El fútbol argentino está de luto. Miguel Ángel Russo, símbolo de trabajo silencioso, respeto y gloria deportiva, falleció a los 69 años y su despedida será en el lugar donde construyó una parte esencial de su leyenda: La Bombonera. Boca Juniors decidió abrir su casa para que hinchas, jugadores y colegas puedan darle el último adiós al entrenador que levantó la Copa Libertadores 2007 y dejó una huella imborrable en la historia del club.

Una despedida cargada de historia y emoción

El velorio se realizará en el Hall Central del estadio, en Brandsen 805, este jueves de 10 a 22 y continuará el viernes de 10 a 12. Por pedido de la familia, estará prohibido tomar fotos o filmar, en un intento por preservar la intimidad en medio del dolor. El propio Juan Román Riquelme, presidente del club y socio dentro y fuera de la cancha de Russo, dispuso que Boca quedara completamente a disposición para la organización del operativo, incluso mientras se realizan obras en el acceso principal del estadio.

La decisión de despedirlo en la Bombonera no es solo logística, es simbólica. Russo dirigió en tres ciclos al Xeneize, fue ovacionado cada vez que pisó el césped y su último partido en ese banco, ante Central Córdoba por el Clausura 2025, terminó con una enorme muestra de cariño del público. Ahora, esas mismas tribunas se preparan para un silencio diferente: el de la gratitud eterna hacia un hombre que hizo del temple y la calma su forma de liderazgo.

Duelo nacional y homenaje eterno

La Liga Profesional suspendió el partido entre Boca y Barracas Central y la AFA decretó un minuto de silencio en todos los encuentros del país. En el club, se frenaron actividades deportivas y culturales, y se dispuso personal reducido para acompañar la ceremonia. Russo no solo fue el último DT campeón de América con Boca: también dejó su marca en Estudiantes, Central, Vélez, San Lorenzo y hasta el fútbol colombiano. Por eso, su muerte golpea mucho más allá de Brandsen 805.

La Bombonera no será este jueves una cancha, será un templo. Allí donde gritó goles, planificó finales y construyó grupos humanos, ahora recibirá a miles de hinchas que irán a decirle "gracias". Miguel Ángel Russo se va en paz, en su casa, rodeado de su gente y envuelto en el mismo amor que supo cosechar durante toda su carrera. El último abrazo será masivo, sentido y eterno.