Estados Unidos atacó tres centrales nucleares en Irán -Fordow, Natanz e Isfahán- en la madrugada del domingo. Donald Trump calificó la ofensiva como una "espectacular operación militar" y aseguró que las instalaciones fueron "completamente destruidas". Desde Teherán, acusaron a Washington de iniciar una "peligrosa guerra" y pidieron una reunión de emergencia en la ONU.

Irán amenaza con cerrar el Estrecho de Ormuz

El Parlamento iraní propuso bloquear el paso marítimo por donde circula el 20% del petróleo mundial. La decisión final será del Consejo Supremo de Seguridad Nacional. En respuesta, el vicepresidente de EE.UU., J.D. Vance, advirtió que hacerlo sería "un suicidio económico". La tensión crece en un punto neurálgico para el mercado energético global.

Una escalada con impacto global

Aunque Irán minimizó los daños en Fordow, el país prometió represalias "sin límites ni restricciones" si el líder supremo Alí Jamenei es atacado. Mientras tanto, la Agencia Internacional de Energía Atómica confirmó que no se registraron fugas de radiación y que continuará monitoreando la situación. Israel respaldó el operativo y lanzó sus propios bombardeos.

El ataque cambió el eje del conflicto en Medio Oriente. Irán acusó a EE.UU. de romper el proceso diplomático y de violar la Carta de la ONU. En paralelo, la comunidad internacional pidió moderación. Pero las señales no son buenas: el régimen persa se endurece y Trump ya dejó claro que no piensa frenar.