Donald Trump redobló su apuesta proteccionista y puso en marcha una nueva batería de aranceles con efectos globales. Desde este lunes, Estados Unidos comenzó a enviar notificaciones formales a sus socios comerciales. El mensaje es claro: si no firman acuerdos bilaterales antes del 9 de julio, a partir del 1 de agosto comenzarán a pagar tarifas de hasta el 70%.

Presión global con nombres propios

Los países que no cierren trato con Washington enfrentarán gravámenes más altos, especialmente en sectores estratégicos como el acero, el aluminio y los insumos industriales. Solo Reino Unido y Vietnam lograron acuerdos completos hasta ahora. China negoció una tregua parcial, pero otros como India, Taiwán y Japón aún están en la cuerda floja.

El endurecimiento no es sólo económico: Trump también apuntó a los países alineados con el bloque BRICS, a quienes les impuso un arancel adicional del 10%. Según analistas, esto busca desincentivar alianzas geopolíticas alternativas y forzar a los socios tradicionales de EE. UU. a tomar partido.

Efecto dominó en América Latina

Argentina logró que buena parte de sus exportaciones evite los nuevos aranceles, aunque el acero y el aluminio quedaron en la lista negra. Para la industria local, esto representa un golpe directo a su competitividad. Desde el gobierno de Milei aseguran que se adaptaron a las reglas de reciprocidad, pero advierten que seguirán negociando excepciones.

Con plazos que vencen esta semana y tarifas listas para entrar en vigor, el tablero global se recalienta. La estrategia de Trump no solo impacta en las relaciones exteriores, sino también en precios, inflación y cadenas de suministro. Para muchas economías, el reloj ya empezó a correr y el margen de maniobra es cada vez más estrecho.