Brasil amaneció conmocionado tras el brutal operativo policial que dejó más de 130 muertos en las favelas de Río de Janeiro. La magnitud de la violencia llevó al presidente Luiz "Lula" da Silva a convocar una reunión de emergencia con su gabinete apenas regresó de su gira por Asia, para evaluar la creciente crisis de seguridad que azota a la ciudad.

La decisión de Lula Da Silva

Desde el Palacio de la Alvorada, Lula reunió al vicepresidente Geraldo Alckmin y a varios ministros clave para definir una postura oficial del gobierno federal. La situación, que ya despertó preocupación internacional, marca uno de los episodios más sangrientos en la historia reciente de Río.

Durante el operativo, las fuerzas de seguridad detuvieron a Thiago do Nascimento Mendes, identificado como uno de los líderes del Comando Vermelho, la organización criminal más poderosa de Brasil. Su captura, en una residencia con características de búnker, fue difundida por las autoridades como un golpe simbólico al narcotráfico.

Aun así, el saldo de muertos y denuncias por abusos reavivó el debate sobre la violencia institucional. Organizaciones de derechos humanos exigieron al gobierno federal una investigación independiente para determinar responsabilidades por las muertes de civiles en Río que aún no se terminan de cristalizar.