Un potente sismo de magnitud 7,7 sacudió Myanmar el viernes, dejando un saldo devastador de al menos 1.644 muertos y 3.000 heridos. El epicentro se ubicó al noroeste de Sagaing, afectando también a Tailandia y el sur de China.

Minutos después, una réplica de 6,4 aumentó la destrucción. Edificios colapsaron en Naypyidaw, la capital administrativa, y las zonas más remotas siguen incomunicadas. Equipos de emergencia trabajan contrarreloj para rescatar sobrevivientes.

Las autoridades confirmaron que la cifra de víctimas sigue en aumento. "La situación es crítica", alertaron desde los servicios de emergencia. Mientras tanto, organismos internacionales han enviado ayuda humanitaria y personal especializado para colaborar en las tareas de rescate.

El Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS) advirtió que la poca profundidad del epicentro intensificó los daños en la superficie. "Fue un terremoto extremadamente fuerte", explicaron los expertos. Se mantiene la alerta en la región ante posibles nuevas réplicas que puedan complicar aún más el panorama.