La alcaldesa Karen Bass decretó este martes un toque de queda en el centro de Los Ángeles, Estados Unidos, tras varios días de disturbios, saqueos y protestas contra las redadas migratorias impulsadas por el gobierno de Donald Trump. La medida rige de 20 a 6 horas y busca frenar la violencia. "Eviten la zona si no viven ni trabajan allí", advirtió Bass.

Las detenciones se multiplicaron: más de 200 personas fueron arrestadas solo el martes. El jefe de Policía, Jim McDonnell, justificó la decisión por la escalada de incidentes y dijo que se busca "proteger vidas y propiedades". El mensaje es claro: quien no cumpla, será detenido.

Una ciudad fragmentada

Durante las últimas noches, comercios, oficinas y edificios públicos resultaron dañados en un área que, aunque pequeña en extensión, concentra gran actividad. La presencia policial se reforzó, mientras las autoridades evalúan extender el toque de queda por varios días más.

Desde el gobierno de California, el gobernador Gavin Newsom criticó el despliegue de la Guardia Nacional ordenado por Trump. "Prefiere el espectáculo a la seguridad pública", lanzó. Mientras tanto, el centro de Los Ángeles sigue sitiado por la tensión, el miedo y una ciudad que intenta volver a respirar.