El cierre de listas para las elecciones legislativas del 7 de septiembre en la Provincia de Buenos Aires fue, otra vez, una postal del desorden político argentino. Cortes de luz, negociaciones maratónicas y mensajes en clave de Milei marcaron una jornada que terminó bien entrada la madrugada. En el oficialismo y en la oposición, todo pareció pender de un hilo.

En el peronismo, la interna llegó a un punto de ebullición. Axel Kicillof plantó bandera con su espacio, Movimiento Derecho al Futuro, y logró imponer algunos nombres propios, pero el acuerdo con el kirchnerismo y el massismo se cerró con fórceps. Cristina Kirchner, desde San José 1111, supervisó los casilleros clave. La tercera sección fue el epicentro del tironeo más feroz.

La Libertad Avanza, con el PRO pero a su modo

En paralelo, La Libertad Avanza cerró su alianza con el PRO en medio de tensiones crecientes. Karina Milei se quedó con el control partidario, mientras Santiago Caputo mantiene el dominio sobre el gobierno. Ritondo, Valenzuela y Montenegro se llevaron lugares importantes, aunque varios intendentes amarillos quedaron afuera y coquetearon con espacios como el de Schiaretti y Randazzo.

La Junta Electoral tuvo que prorrogar los plazos por dos apagones sospechosos en La Plata. La Libertad Avanza denunció "maniobras de siempre", y Milei aprovechó para disparar desde X contra los "imbéciles" y "el monstruo" que dice enfrentar. Mientras tanto, los apoderados corrían contrarreloj para cargar candidatos y cumplir con la burocracia.

El cierre dejó más heridas que certezas. No hay unidad real en el peronismo ni cohesión plena en el frente libertario-amarillo. Solo un objetivo en común: evitar quedar terceros. La elección provincial se desdobla de la nacional y eso obliga a todos a recalcular. La campaña, esta vez, empezó sin disimulo desde el caos.