La condena a Cristina Fernández de Kirchner está a punto de quedar firme. La Corte Suprema, máximo tribunal del país, se prepara para confirmar el fallo por corrupción en la causa Vialidad, en la que la ex presidenta fue hallada culpable por direccionar obras públicas en favor de Lázaro Báez. Una sentencia que, lejos de lo simbólico, podría dejarla al borde de la detención y marcar un punto de quiebre en la historia reciente del peronismo.

Sin margen para la victimización

Los jueces ya tendrían todo listo. El fallo que ratifica la condena -seis años de prisión e inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos- no se filtró, pero en la Corte nadie duda del contenido. Solo resta saber el momento exacto en que lo harán público. En el entorno de Cristina hablan de "proscripción", pero se enfrentan a una verdad incómoda: no es una persecución, es una condena por corrupción comprobada.

La respuesta de la ex vicepresidenta fue recurrir, otra vez, al manual de la épica. Pero esta vez, el contexto es otro. No hay movilización que pueda borrar la evidencia, ni discurso que desvíe el foco: Cristina será condenada y la Corte está por confirmarlo. A diferencia del caso Lula en Brasil, donde hubo fallos anulados, acá no hay causas caídas ni pruebas inventadas.

La inminente decisión del máximo tribunal la empuja al final de una etapa. CFK está más cerca del banquillo que del poder. Y con ella, un modelo político basado en la impunidad y el relato empieza a crujir.