Crítica de "Animal": la nueva serie de Víctor García León sobre instinto y civilización
La serie Animal combina sátira y reflexión social para mostrar cómo la modernidad moldea a los humanos tanto como a sus mascotas.
En "Animal" (Netflix, 2025), Víctor García León construye una historia que mezcla humor e ironía para explorar la tensión entre instinto y moral. La serie de nueve episodios, escrita junto a Alberto de Toro, se sitúa en Topomorto, un pueblo gallego donde lo humano y lo animal conviven bajo reglas que reflejan la obsesión por controlar lo indomable. García León utiliza la sátira para mostrar cómo la modernidad domestica tanto a personas como a mascotas, y cómo esa domesticación impacta en la conducta y los valores.
El tránsito del campo a la ciudad
El relato sigue a Antón (Luis Zahera), un veterinario rural que, ante la crisis del campo, se traslada a la ciudad y termina trabajando en una tienda de mascotas administrada por su sobrina Uxía (Lucía Caraballo). Este cambio no es solo geográfico: simboliza el abandono de las raíces frente a la lógica urbana, donde los afectos y las relaciones se compran y venden. La serie contrapone la resistencia del mundo rural con la racionalidad consumista de la ciudad, destacando cómo ambos espacios moldean a sus habitantes.
Lo animal como espejo de lo humano
"Animal" muestra que la domesticación de las mascotas refleja las necesidades humanas: calma ansiedades, fortalece vínculos y reproduce patrones de control. Esa misma lógica se aplica a los personajes, moldeados por normas sociales, burocracia y mercado. La serie convierte lo animal en un espejo que revela cómo la civilización ha domesticado incluso nuestros instintos más naturales, cuestionando la ilusión de libertad que creemos tener.
Subtexto político, social y moral
García León no se limita a la comedia; incorpora un subtexto que denuncia la precarización del trabajo rural, la desprotección institucional y la pérdida de sentido comunitario. Antón lucha por mantener su lugar y sus principios en un ecosistema donde las normas y la economía alteran la convivencia. La serie es una fábula sobre la pérdida del instinto, la docilidad como mandato social y la dificultad de reconocerse en un entorno que nos domesticó, mostrando que intentar controlar lo salvaje termina despojándonos de lo esencial.