En la tercera temporada de El juego del calamar, estrenada el 27 de junio de 2025 por Netflix, una de las muertes más conmovedoras es la de la Jugadora 222, Jun-hee, quien se sacrifica por amor a su hija en medio de uno de los juegos más brutales de la serie.

Durante el temido juego de la cuerda, Jun-hee se encuentra en una situación límite. Obligada a jugar mientras intenta proteger a su pequeña hija, a la que logró ocultar inicialmente, comprende que su única forma de salvarla es entregarse a la muerte. En un acto de profundo coraje, se arroja voluntariamente al vacío para evitar que la descubran y le ruega a Gi-hun (Jugador 456) que cuide de la niña.

Tras su muerte, los organizadores descubren a la bebé y la fuerzan a convertirse en la nueva Jugadora 222, un gesto cruel que refuerza la brutalidad del sistema de los juegos. La pequeña, aún sin comprender lo que sucede, queda atrapada en el mismo círculo de violencia del que su madre intentó protegerla con su vida.

Impacto en Gi-hun y el desarrollo de la historia

Este momento se convierte en un punto clave para el protagonista. Gi-hun, profundamente afectado por la pérdida, asume el rol de protector de la niña. Esta relación será central en el desarrollo de los últimos episodios y tendrá un fuerte peso emocional en el desenlace de la serie.

La muerte de Jun-hee no es solo un golpe emocional, sino también una crítica al sistema deshumanizado de los juegos. Representa el último acto de humanidad en un entorno diseñado para destruirla. Su sacrificio se convierte en uno de los momentos más recordados y simbólicos de toda la serie.