La nueva serie de Netflix, Adolescense, ha captado la atención del público por su crudo retrato de una familia cuyo hijo es arrestado por asesinato. La intensidad de la trama y el realismo de su filmación en plano secuencia han hecho que muchos se pregunten si la historia está basada en hechos reales. La respuesta corta es no: Adolescense no está inspirada en un caso específico, pero sí toma elementos de la realidad para construir su relato.

Una ficción con raíces en la realidad

Stephen Graham, co-creador y protagonista de la serie, ha revelado que la idea surgió tras leer noticias sobre crímenes cometidos por adolescentes en el Reino Unido. Casos como el de Brianna Ghey y otros episodios de violencia juvenil lo llevaron a preguntarse qué está pasando en la sociedad para que estos hechos se repitan. Así nació Adolescense, una exploración de las dinámicas familiares, la cultura online y el impacto de la violencia en los jóvenes.

Más que un thriller policiaco

Si bien la serie tiene elementos de thriller, su enfoque es más psicológico que criminal. No busca resolver un misterio, sino analizar cómo un adolescente aparentemente común puede verse envuelto en un hecho tan brutal. La historia se desarrolla en tiempo real y sin cortes, lo que intensifica la sensación de claustrofobia y desesperación de los personajes, haciéndonos sentir como testigos directos de su calvario.

La influencia de la cultura digital

Uno de los temas centrales de la serie es la influencia del manosphere y el contenido en internet en los jóvenes. Sin mencionar directamente a figuras como Andrew Tate, Adolescense muestra cómo los discursos de odio y la radicalización pueden calar en adolescentes vulnerables. Jack Thorne, co-guionista, explicó que el objetivo no era señalar un solo culpable, sino mostrar la complejidad de estos procesos.

Una historia ficticia, un problema real

Aunque la serie no recrea un caso específico, su impacto radica en lo cercana que se siente a la realidad. Adolescense no solo cuenta la historia de una familia destrozada por un crimen, sino que pone sobre la mesa una conversación urgente: el aumento de la violencia juvenil y la responsabilidad colectiva en su prevención.