La película La mujer de la fila, recién llegada a Netflix, ha logrado captar la atención del público por su poderosa historia basada en la vida de Andrea Casamento. Dirigida por Benjamín Ávila y protagonizada por Natalia Oreiro, la cinta cuenta además con una interpretación memorable de Amparo Noguera, quien da vida a "La Veintidós", una mujer fuerte, silenciosa y llena de matices dentro del universo carcelario que narra la película.

¿Cómo llegó Amparo Noguera a este papel?

La actriz chilena, con una vasta trayectoria en cine y televisión, fue convocada directamente por el equipo de producción sin pasar por un casting tradicional. "Me preguntaron si podía imitar el acento argentino... y parece que funcionó", contó entre risas. Su conexión con el proyecto fue inmediata: una historia de dignidad y resistencia que la conmovió profundamente. Desde Chile, trabajó con Ávila por Zoom y luego viajó a Argentina para sumarse al rodaje, una experiencia que describe como "impresionante por el contenido y el corazón de la película".

¿Quién es realmente Amparo Noguera?

Nacida en Santiago en 1965, Amparo proviene de una familia de artistas. Es hija del legendario actor Héctor Noguera y de la productora teatral Isidora Portales. Con una carrera que supera las tres décadas, se consolidó como una de las intérpretes más respetadas de Chile, participando en producciones emblemáticas como Una mujer fantástica, Pacto de fuga y 42 días en la oscuridad. Su paso por el teatro y la televisión ha sido igual de destacado, ganándose un lugar de honor entre las grandes figuras de la actuación latinoamericana.

Su interpretación de "La Veintidós" en La mujer de la fila confirma su habilidad para encarnar personajes complejos y llenos de verdad. "Estas mujeres tienen una fuerza, una inteligencia y una dignidad que merecen ser contadas", aseguró. 

Con esta actuación, Noguera vuelve a demostrar por qué es una de las voces más potentes del cine chileno y latinoamericano. Su trabajo no solo emociona: también recuerda que incluso en los lugares más oscuros, siempre hay espacio para la empatía y la memoria.