La primera temporada de Desaparecido nos ha llevado de la mano por un thriller montañés lleno de silencios incómodos, pistas cruzadas y amistades quebradas. Durante ocho episodios, seguimos la búsqueda de Jon, un joven que desaparece tras una fiesta en el bosque. El final, por fin, revela qué pasó aquella noche.

Lo que parecía una simple desaparición se convierte en una red de mentiras y lealtades rotas. La inspectora Zabala descubre que no todos los miembros de la cuadrilla de Jon están diciendo la verdad. Cada uno esconde algo. Y en el último episodio, se desvela la verdad: Jon no se marchó, fue víctima de una agresión por parte de uno de sus amigos.

Las imagenes que resolvieron todo

El vídeo que él mismo publicó en redes sociales fue clave para reconstruir lo sucedido. En él, aunque aparentemente no hay pruebas directas, se escondía una confesión emocional que deja claro que Jon temía por su vida. Al final, el cuerpo es encontrado en una zona del monte que ya había sido registrada, pero a la que alguien volvió para ocultarlo.

La policía logra detener al responsable, un joven del grupo que actuó movido por celos y resentimiento. El caso conmociona a la pequeña comunidad, pero también deja una sensación de vacío: todos fallaron, empezando por los adultos que ignoraron las señales.

En una última escena cargada de simbolismo, Maite Zabala visita el lugar de la tragedia. No hay consuelo, pero sí justicia. El cierre es sobrio, sin grandes artificios, como la propia serie: una historia realista y dolorosa sobre cómo las pequeñas violencias cotidianas pueden desembocar en lo impensado.