Uno de los grandes aciertos de El Frente Costero fue elegir locaciones que no solo acompañaran la trama, sino que la potenciaran. La serie fue rodada íntegramente en Australia, en paisajes que reflejan la tensión entre lo natural y lo político. Lejos del típico drama urbano, aquí el entorno costero se convierte en un personaje más.

Australia como protagonista silenciosa

Las escenas principales se grabaron en el estado de Victoria, entre acantilados, playas ventosas y casas modernas con vista al mar. Todo respira poder, pero también aislamiento. El contraste entre lo bello del paisaje y lo turbio del conflicto familiar ayuda a que el espectador sienta que, aunque todo luce perfecto, algo está a punto de romperse.

El puerto, los caminos sinuosos, las zonas industriales y las oficinas del poder local son reales. Esa decisión estética le aporta autenticidad a la historia. El clima, además, juega a favor del tono general: ventoso, opresivo, gris. Cada plano parece cargado de algo que no se dice pero se siente.

Lo más interesante es cómo estas locaciones refuerzan los temas centrales: el encubrimiento, la lucha por el control, el precio de pertenecer a una familia poderosa. No es casual que la serie evite los grandes centros urbanos. En este pueblo costero, todo está demasiado cerca... y todos saben más de lo que dicen.

En la temporada 2, se espera que varias de estas locaciones regresen, aunque no se descartan escenarios nuevos. Lo cierto es que El Frente Costero logró hacer del paisaje una herramienta narrativa, y difícilmente abandone esa fórmula.