El nombre de Alberto Ajaka vuelve a sonar fuerte tras el estreno de la serie Menem en Prime Video, donde interpreta a Emir Yoma, el influyente cuñado del expresidente Carlos Menem. Ajaka logra transmitir con precisión el perfil de un hombre rodeado de intrigas, negocios y escándalos que marcaron la política argentina de los '90.

El personaje que encarna estuvo involucrado en causas resonantes como el Swiftgate, el Yomagate y la venta ilegal de armas a Ecuador y Croacia. En todos los casos, fue sobreseído, pero su rol durante aquellos años lo convirtió en un ícono de las sombras del poder.

De gráfico a actor consagrado: la otra vida de Alberto Ajaka

Lo que pocos saben es que Ajaka empezó su carrera artística recién a los 28 años. Antes de eso, dirigía una fábrica gráfica con más de 60 empleados. A los 37, dejó todo atrás para dedicarse por completo a la actuación, una decisión que marcó su vida para siempre.

Con una trayectoria intensa y visceral, Ajaka se consolidó como actor de teatro, cine y televisión. Es también director, dramaturgo y fundador del Colectivo Escalada, un espacio desde el cual crea y produce obras que combinan profundidad artística con riesgo escénico. "El escenario es donde arriesgo la vida", declaró en una entrevista.

Actualmente brilla en "Lo que queda de nosotros", obra que interpreta junto a Carolina Ramírez en el Multitabarís Comafi, donde encarna a Toto, un perro callejero cargado de simbolismo y ternura.

Emir Yoma en la serie Menem por Prime Video 

Ajaka no actúa por fama ni aplausos. Lo hace por necesidad, por convicción profunda. "Actúo para que otro no actúe por mí. Para afirmar mi individualidad", explica. Su manera de trabajar está marcada por una entrega total: se golpeó la cabeza en escena, cerró los ojos a propósito y se dejó llevar por el instinto. Todo por alcanzar lo que él llama la verdad escénica.

En la serie Menem, su composición de Emir Yoma no solo aporta dramatismo, sino que también ofrece una mirada humana sobre un personaje que encarnó el poder en las sombras. Con un estilo sobrio pero potente, Ajaka logra que el espectador se cuestione qué hay detrás del personaje real.

Con 49 años, Ajaka sigue apostando por el riesgo y la autenticidad. "No hay teatro si no ocurre algo real", afirma. Y eso es justamente lo que consigue cada vez que pisa el escenario... o una serie.