¿Es verdad que Amy Bradley está en Barbados? Lo que el documental de Netflix no cuenta
La serie muestra la impactante historia de la joven desaparecida en el Caribe de manera desconocida.
La desaparición de Amy Bradley, ya está disponible en Netflix. La serie documental reaviva uno de los casos más desconcertantes del true crime moderno: la desaparición de Amy Lynn Bradley en 1998 durante un crucero en el Caribe. La producción reconstruye las teorías, las pistas y la angustia que aún carga su familia, pero hay una hipótesis que resuena con fuerza: que Amy sigue viva, posiblemente en Barbados.
¿Es verdad que Amy Bradley está en Barbados?
La serie comienza repasando las hipótesis iniciales, desde la posibilidad de un accidente hasta la sospecha sobre uno de los artistas del crucero, Alister "Yellow" Douglas, con quien Amy Bradley fue vista por última vez bailando. Aunque el FBI lo interrogó y le hizo un detector de mentiras, no encontraron evidencia concluyente.
Sin embargo, La desaparición de Amy Bradley se destaca por revivir una pista ignorada durante años: la conexión digital con la isla de Barbados. En fechas clave, como cumpleaños y aniversarios, el sitio web creado por la familia Bradley recibió accesos desde direcciones IP geolocalizadas en ese país.
Para muchos, eso no es coincidencia: alguien con conocimiento del caso, o incluso Amy Bradley misma, podría estar detrás de esas visitas. La teoría se refuerza con la aparición del investigador Anthony Willis, quien lanzó el foro en 2018 para centralizar testimonios.
También se incorpora el testimonio inédito de un exmarino estadounidense que asegura haber visto a Amy en un bar de Curaçao meses después de su desaparición. Aunque esta versión siempre fue parte de los foros de internet, los realizadores decidieron incluirla en la narrativa para mostrar cómo la trama se expande más allá del crucero y se enreda con teorías de trata de personas.
Los directores Phil Lott y Ari Mark insisten en que ninguna teoría puede descartarse del todo. En su podcast promocional, aseguran que todos los caminos parecen posibles y que hasta ellos mismos cambiaban de hipótesis mientras investigaban. En vez de cerrar el caso, La desaparición de Amy Bradley invita al espectador a formar su propia teoría.