Neyde Senna y Milton da Silva, los padres de Ayrton Senna, fueron una influencia determinante en la vida del legendario piloto brasileño. Desde joven, Ayrton mostró pasión por los autos, y aunque sus padres inicialmente dudaron de su carrera en el automovilismo, lo apoyaron desde sus inicios en el karting. Milton incluso construyó su primer kart a partir de un motor de cortadora de césped, demostrando su compromiso con los sueños de su hijo.

La repentina muerte de Ayrton el 1 de mayo de 1994, durante una carrera de Fórmula 1, dejó un vacío enorme en su familia. Sin embargo, Neyde y Milton encontraron en el legado de su hijo una manera de honrar su memoria. Seis meses después del accidente, fundaron el Instituto Ayrton Senna junto a su hija Viviane. La organización, liderada por ella, se convirtió en un referente en programas educativos y sociales para jóvenes en Brasil.

Milton, conocido por su éxito en los negocios y su firme ética de trabajo, continuó activo durante años, pero optó por mantenerse alejado del ojo público tras la tragedia familiar. Falleció en 2021 a los 94 años, dejando un legado como padre dedicado y figura clave en la formación de Ayrton, además de su papel en preservar su memoria a través del instituto.

Por su parte, Neyde ha preferido llevar una vida discreta desde entonces. Aunque ha participado ocasionalmente en eventos relacionados con el legado de su hijo, ha optado por mantenerse fuera de la atención mediática. Junto a su hijo Leonardo, obtuvo la ciudadanía italiana y ahora divide su tiempo entre Brasil e Italia, disfrutando de la compañía de sus nietos y su familia.

A pesar de los años transcurridos, el recuerdo de Ayrton sigue siendo una presencia constante en la vida de Neyde. En entrevistas pasadas, lo describió como un hombre educado, inquieto y cariñoso, cualidades que definieron tanto su personalidad como su forma de competir en las pistas.

El legado de los Senna no solo vive a través del instituto, sino también en los corazones de los fanáticos del piloto en todo el mundo. Para Neyde, mantener viva la memoria de su hijo no es solo un acto de amor, sino una forma de inspirar a las futuras generaciones, tal como Ayrton lo habría deseado.