La conexión macabra entre la "Perra de Buchenwald" y Ed Gein
En Monstruo: la historia de Ed Gein, la actriz Vicky Krieps interpreta a Ilse Koch como una presencia fantasmal que ronda la mente del asesino estadounidense.
La historia del crimen tiene momentos que parecen sacados de la ficción, pero que fueron aterradoramente reales. Dos figuras se destacan por su sadismo y obsesión con los restos humanos: Ilse Koch, conocida como la "Bruja de Buchenwald", y Ed Gein, el asesino serial estadounidense apodado el "Carnicero de Plainfield". La nueva serie de Netflix, Monstruo: la historia de Ed Gein, profundiza en esta inquietante relación conceptual.
De secretaria a símbolo del horror nazi
Margarete Ilse Köhler, nacida en Dresde en 1906, llevaba una vida aparentemente común hasta que se casó con Karl-Otto Koch, comandante del campo de concentración de Buchenwald. Sin un puesto formal de poder, Ilse ejercía una influencia temida: cabalgaba entre los prisioneros, azotando a quienes la miraban y liberando a sus perros contra mujeres embarazadas.
Su apodo, "La Perra de Buchenwald", reflejaba el terror que inspiraba. Los sobrevivientes describieron su sadismo extremo, mientras ella y su esposo llevaban una vida de lujo con bienes robados a los prisioneros.
La colección de horror: piel humana como decoración
Lo que la inmortalizó en los anales del crimen fue su macabra afición por convertir restos humanos en objetos domésticos:
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Pantallas de lámpara y guantes hechos con piel tatuada de prisioneros.
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Restos esqueléticos y dedos momificados usados como trofeos o elementos decorativos.
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Fragmentos de piel humana fueron presentados como evidencia en los juicios de Núremberg.
Esta perversidad convirtió a Ilse Koch en un símbolo de la banalidad del mal, mostrando cómo la crueldad extrema podía convertirse en rutina y decoración.
Su influencia en Ed Gein: del horror nazi al crimen americano
Décadas más tarde, en 1957, Ed Gein fue detenido en Wisconsin tras descubrirse un escenario de pesadilla en su hogar: sillas tapizadas con piel humana, cráneos como cuencos y un "traje de mujer" confeccionado con piel y senos humanos.
Los expertos sostienen que Gein pudo haber escuchado las historias de Ilse Koch, cuya fama se difundió internacionalmente tras la Segunda Guerra Mundial. La idea de que una mujer pudiera usar restos humanos como decoración proporcionó un precedente macabro que Gein replicó en la América rural.
Ambos compartían un interés enfermizo por el cuerpo humano, aunque desde contextos radicalmente distintos: Koch desde el poder impune del nazismo, Gein desde la soledad y el aislamiento.
Juicio y muerte de la "Bruja de Buchenwald"
Tras la guerra, Ilse Koch fue arrestada y juzgada en 1947 por crímenes de guerra. Inicialmente, su condena fue conmutada, pero un nuevo juicio en Alemania Occidental la sentenció a cadena perpetua.
Pasó las últimas décadas de su vida en la prisión de mujeres de Aichach, atormentada por delirios y obsesionada con los fantasmas de sus víctimas. El 1 de septiembre de 1967, se suicidó a los 60 años, colgándose con sus propias sábanas.
Su legado como la criminal nazi más sádica sigue vigente, y su historia se conecta hoy con la figura de Ed Gein, mostrando cómo la crueldad humana puede trascender fronteras y generaciones.
Netflix revive el terror histórico
El documental refleja la afinidad macabra entre estos dos personajes: un puente entre el horror institucional del Tercer Reich y la psicopatía más oscura de la América profunda, recordándonos que la fascinación por la muerte y el cuerpo humano puede manifestarse de formas aterradoras y creativas.