Durante los años '90, Carlos Menem no solo fue protagonista de decisiones políticas que marcaron una época, sino también de gestos y símbolos que definieron el espíritu de aquellos años. Uno de los más recordados fue la Ferrari 348 TB roja que recibió como obsequio. Conocida popularmente como "la Feyari" por su peculiar tonada riojana, el vehículo se convirtió en un ícono del menemismo, representando a la vez el poder, la ostentación y el debate sobre los límites éticos del ejercicio presidencial.

El lujoso auto fue un regalo del empresario italiano Massimo Del Lago, quien buscaba obtener la concesión para construir una autopista en el conurbano bonaerense. El entonces presidente no tardó en subirse a su nueva adquisición y protagonizar una polémica travesía: el 3 de enero de 1991 partió desde Olivos hacia Pinamar, a 190 km/h y sin pagar peajes. Ante las críticas por exceso de velocidad y por recibir un auto de lujo, Menem respondió con una frase que se volvió histórica: "¡La Ferrari es mía, mía! ¿Por qué la voy a vender?".

¿Qué consecuencias trajo este episodio para los funcionarios públicos?

Las palabras del mandatario encendieron un debate que excedió lo anecdótico. Por primera vez, se puso bajo la lupa la legalidad y la transparencia de los regalos a funcionarios públicos. La controversia derivó en la sanción de una ley que estipula que los obsequios recibidos por jefes de Estado en ejercicio son patrimonio del Estado nacional. Presionado por la opinión pública, Menem finalmente accedió a entregar el vehículo, aunque su defensa pública del derecho a conservarlo siguió resonando como ejemplo de la cultura política de la época.

Con una capacidad de aceleración de 0 a 100 km/h en apenas 5,6 segundos, la Ferrari no solo simbolizaba velocidad, sino también un estilo de liderazgo asociado a la extravagancia. Para Menem, amante del automovilismo, el coche representaba más que un objeto de lujo: era un gesto de poder, un acto de presencia mediática y una forma de conectarse con ciertos sectores sociales. Su uso, y la forma en que lo defendió, fue también una declaración de cómo entendía el rol presidencial.

¿Dónde está hoy la famosa "Feyari"?

El destino del vehículo es, hasta hoy, un misterio no del todo esclarecido. Se sabe que fue subastado dos veces -la primera sin éxito- y que terminó en manos de un exentrenador de fútbol. Con el paso del tiempo, el auto habría cambiado de dueño al menos en seis oportunidades, siendo adquirido en su mayoría por empresarios. Sin embargo, su historia sigue generando curiosidad y nostalgia, especialmente entre quienes vivieron con intensidad aquellos años de transformaciones.

El recuerdo de la Ferrari sigue presente en la familia Menem. Al cumplir 90 años, su hija Zulemita compartió en redes sociales una imagen del pastel de cumpleaños, que mostraba una figura del expresidente posando junto al icónico vehículo. La imagen, más allá del gesto familiar, ratificó lo que muchos sostienen: que aquel auto fue mucho más que un medio de transporte, fue parte del mito de una era.

A más de tres décadas del episodio, la "Feyari" sigue siendo un símbolo de los años noventa en Argentina. Entre el relato político, la anécdota pop y las lecciones institucionales, el coche rojo aún despierta interés y revive un tiempo donde la imagen presidencial podía definirse, literalmente, por la marca del auto.