La serie "Menem", que se emite por Prime Video, volvió a generar impacto con una escena donde Emir Yoma entrega unos anillos dorados -gemelos lujosos con una inscripción escalofriante- al entonces candidato presidencial: "La traición se paga con sangre". La imagen no solo añade tensión dramática al relato, sino que reaviva una teoría que circuló por décadas: el supuesto financiamiento del régimen libio en la campaña de 1989.

El personaje de Yoma, interpretado por Alberto Ajaka, aparece entregando los anillos justo antes del icónico acto en el estadio de River Plate. En la serie, se sugiere que los fondos provienen directamente de Muammar Khadafi, líder de Libia, como parte de un pacto silencioso con el riojano.

Este momento, aunque poderoso, mezcla ficción con un mito político argentino. En los años 90, Mario Rotundo, uno de los recaudadores de Menem, llegó a admitir públicamente que Libia había contribuido con dinero para la campaña. Pero años más tarde, documentos secretos filtrados por Wikileaks desmintieron cualquier acercamiento formal con el régimen libio en funciones oficiales.

Según reveló el periodista Santiago O'Donnell a partir de esos cables, durante la visita de Al Saadi Khadafi a la Argentina en 1995, Menem evitó comprometerse con Libia. A pesar de los gestos amistosos, se negó a dar respaldo diplomático o romper sanciones internacionales, cuidando su relación con Estados Unidos.

En los documentos, incluso se detalla que la conversación entre Menem y el hijo del dictador se centró más en el fútbol que en acuerdos políticos o financieros. La supuesta ayuda libia quedó reducida a un relato sin confirmación oficial, aunque con fuertes resonancias políticas y mediáticas.

Serie sobre Carlos Menem en Amazon Prime Video

La serie "Menem" convierte esa ambigüedad en arte, representando los anillos como una especie de "pacto de sangre" con intereses extranjeros. El primer plano de los gemelos hexagonales y dorados en manos del personaje de Leonardo Sbaraglia, mientras escucha la advertencia de lealtad absoluta, logra impactar al espectador.

Esa línea -"la traición se paga con sangre"- funciona como un símbolo de fidelidad incondicional, pero también como una alerta sobre los peligros de romper ciertos acuerdos no escritos.

La escena resume el espíritu de la serie: jugar con los límites entre realidad y ficción, y mantener viva la duda sobre lo que realmente ocurrió durante uno de los momentos más oscuros y enigmáticos de la política argentina.