La verdad sobre Azucena Agüero Blanch, la bruja de Menem, tras el estreno de la serie de Prime Video
La figura más mística del entorno menemista vuelve a estar en boca de todos tras el lanzamiento de la serie "Menem" en Amazon Prime.
La reciente llegada de la serie Menem a Prime Video no solo reavivó recuerdos de una década clave en la historia argentina. También trajo de nuevo al centro de la escena a personajes secundarios que, aunque alejados de los cargos formales, marcaron profundamente el poder. Uno de esos nombres es el de Azucena Agüero Blanch, conocida por muchos como la bruja de Menem.
Artista plástica, maga blanca y bailarina árabe, Azucena no es una figura común. Su historia personal y su vínculo con el expresidente Carlos Saúl Menem combinan política, esoterismo y romance en dosis iguales. Ella misma reconoció haber sido su amante durante siete años, pero también su asesora espiritual en decisiones claves del poder.
Azucena se presentaba como "vidente natural". Según su propio relato, no podía apagar sus visiones: caminaba por la calle y simplemente "sabía cosas". Esa sensibilidad, según ella, fue la que la conectó con Menem, primero como artista, luego como confidente, y finalmente como pieza clave dentro de su círculo íntimo.
En los años ‘90, cuando el país vivía entre la convertibilidad, el glamour y las privatizaciones, Azucena supo aprovechar su momento. Dio entrevistas en televisión, publicó libros y construyó una imagen mediática poderosa, más allá de las burlas o el escepticismo de algunos sectores.
Pero más allá del show, su relación con Menem fue real y sostenida en el tiempo. Lo conoció cuando él todavía era gobernador de La Rioja. Se vieron por primera vez en una muestra de arte en Mendoza. "Él no sabía que yo era bruja", contó. El flechazo fue inmediato. Y desde entonces, según su testimonio, lo asesoró "en absolutamente todo".
Quién era "La bruja de Menem"
Una de sus anécdotas más llamativas es la del cuadro profético. Luego de ese primer encuentro, le envió una obra que en el reverso tenía una frase escrita: "Usted va a ser el próximo presidente de la Argentina". Años después, ese vaticinio se cumpliría.
Aunque muchos intentaron minimizar su influencia, Menem reconoció en varias entrevistas que la escuchaba. "Tenía carisma, me buscaba en los momentos difíciles", dijo Azucena. Su figura se vuelve aún más interesante si se la compara con otros casos del cruce entre poder y misticismo: desde López Rega en los 70 hasta la sanadora de Macri, Ángeles Ezcurra, en los 2000.
Azucena nunca dejó de vincularse con la política. Asegura que por su oficina en la calle San Lorenzo de Mendoza pasan todos los que quieren llegar al poder. Dice trabajar con "transmutación de energía" y hasta utiliza aceite de cocodrilo para cambiar la suerte de sus clientes. "De un rancho hago un palacio", asegura sin dudar.
Tras el estreno de la serie de Winograd, Agüero Blanch fue contactada por varios medios. Si bien aún no vio la producción completa, confesó que hablar de Menem le genera una mezcla de alegría y dolor. "Fue una historia increíble", dijo, con la voz quebrada por la emoción.
Hoy, a más de dos décadas del final del menemismo, el personaje de Azucena Agüero Blanch sigue generando fascinación. No por lo que hizo o no hizo, sino por lo que representa: ese costado irracional, oculto, casi mágico, que -como demuestra la historia- siempre encuentra la forma de infiltrarse en el poder.