La verdad sobre Cheol en "El Juego del Calamar 3": ¿quién es?
En medio de tanta violencia, una escena del final de temporada ofrece una bocanada de esperanza: el reencuentro de Cheol con su madre.
Entre los momentos más crudos y desgarradores del final de la temporada 3 de El Juego del Calamar, hubo un instante breve pero profundamente humano: la aparición de Cheol, el hermano menor de Sae-byeok.
Este personaje, casi olvidado desde la primera temporada, finalmente encuentra la paz que su hermana tanto deseó para él. En la última escena del aeropuerto, se revela que Cheol fue reunido con su madre, una mujer norcoreana que logró escapar del régimen.
Quién es Cheol en El Juego del Calamar 3
El reencuentro no es casual ni mágico. Es el resultado de una cadena de actos solidarios que empezaron con Gi-hun, el protagonista original. Fue él quien, en honor a la memoria de Sae-byeok, puso a Cheol al cuidado de la madre de Sang-woo, otro jugador caído en la primera edición del juego.
Durante gran parte de la serie, Cheol fue símbolo del dolor, de la injusticia y del vacío que dejan los que mueren en el camino. Sae-byeok había intentado todo para que su familia se reuniera. Su sueño era escapar con su hermano y su madre y comenzar una vida lejos del horror.
Ese sueño se vio truncado por la brutal lógica del juego. Pero en esta última temporada, su deseo se cumple, aunque ella ya no esté para verlo. El silencio de Cheol cuando ve a su madre es conmovedor: no puede hablar. La emoción lo supera. Su tutora, la madre de Sang-woo, lo impulsa a dar el paso. Ella también forma parte de ese cierre reparador.
Este gesto, mínimo dentro del caos, representa algo mayor. Para el director Hwang Dong-hyuk, Cheol encarna la última chispa de esperanza. En un mundo marcado por la codicia, la violencia y la desesperación, una pequeña historia como la suya ofrece una redención silenciosa.
Sae-byeok, aunque ausente, sigue viva en ese reencuentro. Lo que no logró en vida, se concreta en su ausencia. Y su hermano, ahora lejos del horror, tiene la posibilidad de crecer con amor, como ella siempre quiso.
Una escena pequeña. Pero con un peso inmenso y necesario para cerrar este violento ciclo.