¿Muere el jugador 125 en la temporada 3 de El Juego del Calamar?
El trágico destino de Min-su revela cómo los cambios de personalidad pueden ser tan letales como los propios juegos.
La tercera temporada de El Juego del Calamar no deja de sorprender. Uno de los personajes más inesperadamente transformados fue el Jugador 125, Min-su, quien pasó de ser tímido y solitario a un participante agresivo y desesperado por sobrevivir.
Desde su aparición en la segunda temporada, Min-su se destacó por su perfil bajo y su capacidad para evadir conflictos. Sobrevivió las primeras pruebas gracias a su alianza con Se-mi, la Jugadora 380, pero más tarde la traicionó de forma indirecta al no intervenir cuando ella fue asesinada. Esa noche marcaría su quiebre emocional.
Temporada 3 de El Juego del Calamar
La culpa por la muerte de Se-mi lo persigue desde entonces. Aunque nunca la atacó directamente, eligió esconderse en una litera mientras Nam-gyu, el segundo al mando de Thanos, acababa con ella. Esa decisión lo convirtió en un sobreviviente, pero también en un hombre atormentado.
Su actitud cambia radicalmente durante el cuarto juego, cuando obtiene una de las píldoras alucinógenas que usaba el grupo de Thanos. Bajo su efecto, Min-su adopta una nueva personalidad: violenta, errática y determinada. Matar al Jugador 044 le asegura seguir avanzando, pero también lo hunde más en su inestabilidad.
El quinto juego, un desafío de salto con soga, lo enfrenta a Nam-gyu, a quien traiciona y deja morir como venganza. Sin embargo, el fin de las pastillas marca el inicio de su deterioro mental. Sin ellas, la abstinencia lo convierte en un jugador paranoico y débil, con alucinaciones constantes de Se-mi.
En el brutal desafío final, llamado "El Juego del Calamar Celestial", Min-su es uno de los nueve jugadores restantes. Deben empujar a sus compañeros desde pilares para seguir vivos. Con su comportamiento errático y su mirada perdida, se convierte en el objetivo perfecto.
Aunque todos lo señalan como el blanco ideal, nadie se atreve a empujarlo. Finalmente, Myung-gi idea un mecanismo con un palo largo para hacerlo caer sin contacto directo. Así, Min-su muere solo, alucinando y completamente derrotado.
El arco de Min-su demuestra que en El Juego del Calamar, la transformación personal puede ser tan letal como cualquier trampa. Su final es triste, pero inevitable en un entorno donde sobrevivir a veces significa perderse a uno mismo.