¿Muere el jugador 246 en la temporada 3 de El juego del calamar?
Aunque parecía haber muerto al final de la temporada pasada, la historia de Gyung-seok toma un nuevo rumbo en los episodios finales de la serie coreana.
La tercera temporada de El Juego del Calamar rompe las expectativas desde el primer capítulo. Uno de los grandes enigmas pendientes era el destino del jugador 246, también conocido como Gyeong-seok. Su historia, marcada por el sacrificio y la esperanza, no terminó como muchos creían.
En los últimos minutos de la temporada anterior, parecía que había muerto tras recibir un disparo. Sin embargo, los nuevos episodios revelan que sobrevivió milagrosamente, gracias a una alianza inesperada con la soldado 11, interpretada por Park Gyu-young.
Gyung-seok, encarnado por Lee Jin-wook, había ingresado a los juegos buscando dinero para el tratamiento contra el cáncer de su hija. Su tragedia personal lo llevó a colaborar con Gi-hun en una rebelión contra los organizadores del juego. Pero tras la fallida insurrección, fue capturado y marcado como "eliminado".
Sin embargo, el disparo no fue letal. Uno de los guardias le ordena cerrar los ojos y seguir instrucciones si quiere vivir. Lo trasladan a una red de tráfico de órganos, donde la soldado 11 logra infiltrarse y rescatarlo a tiempo.
El Juego del Calamar 3 por Netflix
Gracias a un disfraz, ambos logran escapar en bote. Pero el alivio dura poco: No-eul recibe una orden para entregar al jugador 246. La amenaza es clara: su hija está en peligro. Entonces, decide volver a la isla, mientras Gyung-seok se refugia y llama a la policía.
No-eul borra los registros digitales del jugador 246, pero queda una copia física. Esto la lleva a una confrontación final en la oficina del capitán. El enfrentamiento termina con la muerte del oficial, mientras ella recupera el libro de datos.
Mientras tanto, Gyung-seok es perseguido. Pero en un giro sorpresivo, el detective Hwang Jun-ho reaparece y lo salva. Con su ayuda, revelan la ubicación de la isla.
Seis meses después, Gyung-seok está nuevamente trabajando en un parque de diversiones. Dibuja un retrato de No-eul, aunque no recuerda del todo quién es. Su hija, ahora recuperada, lo abraza. Antes de irse, No-eul les deja una piruleta, cerrando el círculo emocional de la historia.
Así, el jugador 246 no solo sobrevive, sino que obtiene una segunda oportunidad. Un final agridulce en una serie marcada por la tragedia y la redención.