Con el estreno del documental Las mil muertes de Nora Dalmasso en Netflix, uno de los crímenes más impactantes de la historia reciente argentina vuelve al centro de la conversación. Pero además de revisar el caso en profundidad, la serie también reaviva el interés por quienes quedaron marcados para siempre por esa noche trágica: sus hijos, Valentina y Facundo. El público se pregunta no solo cómo siguieron adelante con sus vidas, sino también cuántos años tienen hoy quienes eran apenas adolescentes cuando todo ocurrió.

Cuando Nora fue asesinada en noviembre de 2006, Facundo tenía 19 años y Valentina 16. Desde entonces, han pasado casi 19 años. Es decir que hoy, en 2025, Facundo tiene 38 años y Valentina, 35. Ambos eligieron caminos distintos para procesar el dolor y reconstruir sus vidas, pero comparten una misma determinación: seguir buscando justicia.

¿Cómo enfrentaron el paso del tiempo?

Durante años, los hijos de Nora enfrentaron no solo el duelo, sino también el señalamiento público. Facundo fue incluso imputado injustamente por el crimen, acusado sin pruebas y con una hipótesis revictimizante que lo acompañó durante cinco años hasta su sobreseimiento en 2012. Hoy es diplomático y trabaja en la embajada argentina en Egipto. Valentina, por su parte, siempre se mantuvo más lejos de los medios, aunque en los últimos tiempos eligió dar testimonio y respaldar la memoria de su madre.

¿Qué muestran en el documental de Netflix?

En la docuserie, ambos deciden romper el silencio y hablar de lo vivido desde el dolor, pero también desde la lucidez. Facundo y Valentina reconstruyen su historia familiar con firmeza, visibilizan las consecuencias de la violencia institucional y mediática, y refuerzan su compromiso con la verdad. La edad adulta los encuentra con nuevas herramientas, pero con la misma pregunta que los acompaña desde que eran jóvenes: ¿quién mató a su madre?

Lejos de quedar atrapados en el pasado, Valentina y Facundo representan, a casi dos décadas del crimen, una voz que se resiste al olvido. Y aunque el tiempo haya pasado, su edad actual no borra la herida ni la necesidad de justicia.