En el primer capítulo de la serie Sirenas de Netflix, Devon DeWitt no la está pasando bien. Sale de la comisaría después de pasar la noche detenida y, sin perder tiempo, se embarca en una misión: encontrar a su hermana menor, Simone, que dejó de responderle hace días. Vive en Buffalo, cuida a su padre enfermo, y no entiende por qué Simone se alejó tan de golpe.

El rastro la lleva a una misteriosa mansión donde todo parece salido de un cuento elegante. La anfitriona es Michaela Kell, interpretada por Julianne Moore, una mujer excéntrica que libera pájaros y reparte donaciones entre ricos. Devon aparece sin aviso con una cesta de frutas en la mano, símbolo de un regalo que Simone nunca entregó en persona.

Simone, ahora con un look renovado, no quiere que Devon arruine su nueva vida. Vive con gente rica, sale con un empresario mayor llamado Ethan, y miente sobre su pasado: dice ser de otro lugar, haber estudiado en Yale y no menciona a su familia. Todo es parte de una identidad inventada.

Serie Sirenas por Netflix

Pero el pasado la alcanza. Devon intenta mantenerse cerca, pero Michaela la detecta enseguida. Con una amabilidad inquietante, le ofrece dinero, un hotel y un pasaje de regreso. A regañadientes, Devon acepta... pero no se va. Algo en esa casa no cierra.

Entre normas estrictas, acuerdos de confidencialidad y cámaras por todos lados, la mansión oculta algo raro. Devon se cuela entre el personal, encuentra lugares secretos y se cruza con Jordan, con quien tiene un encuentro inesperado a bordo de un yate.

La tensión crece cuando Devon ve, a través de un telescopio, a Michaela con Barnaby, su pájaro, bañado en sangre. ¿Accidente o símbolo de algo más oscuro? La imagen la deja helada.

Mientras Simone se hunde en un mundo manipulado, Devon parece estar dispuesta a descubrir qué se esconde realmente detrás de tanta perfección pastel. El primer capítulo deja claro que nadie es quien dice ser... y que esto recién empieza.