The Line: el sueño futurista que se chocó con la realidad
La mega ciudad de Arabia Saudita parece estancada luego de los proyectos iniciales.
En 2021, Arabia Saudita sorprendió al mundo con un anuncio tan audaz como provocador: la construcción de The Line, una ciudad lineal de 170 kilómetros que prometía cambiar para siempre el concepto de urbanismo. Elevada como un muro espejado en medio del desierto, alimentada únicamente con energías renovables y pensada para nueve millones de habitantes, la obra se convirtió en el emblema del plan Visión 2030 del príncipe heredero Mohammed bin Salman, diseñado para diversificar la economía y reducir la dependencia del petróleo.
Sin embargo, aquel sueño futurista hoy enfrenta un presente mucho más terrenal. El Fondo de Inversión Pública (PIF), columna vertebral del proyecto, ha visto caer sus activos, obligando al reino a emitir deuda para sostener una infraestructura que parece no encontrar suelo firme. La llamada "caída de inversión" encendió todas las alarmas: lo que nació como una utopía tecnológica se ha convertido en una pulseada contra la realidad financiera.
La caída de The Line
La reducción de la escala es el síntoma más visible. De los 170 kilómetros lineales previstos, los planes actuales apuntan apenas a 2,4 kilómetros iniciales, con capacidad para 300.000 residentes . El contraste es brutal y muestra cómo la monumentalidad del proyecto se enfrenta a la crudeza de los números. A esto se suman recortes presupuestarios como la cancelación de una planta desalinizadora valuada en 2.000 millones de dólares, una pieza clave para sostener la vida en el desierto.
El reino incluyó a consultores internacionales para revisar la viabilidad de The Line, una medida que alimenta el escepticismo entre analistas y observadores. Las dudas no solo giran en torno a los costos -que se duplicaron desde el anuncio inicial-, sino también a la capacidad de sostener una obra que combina ambición faraónica con condiciones laborales duramente cuestionadas por organizaciones de derechos humanos.
Las consecuencias en NEOM
En paralelo, sufrió la salida de ejecutivos clave de NEOM, la megaempresa estatal que lo gestiona. Estas deserciones, sumadas a la crisis interna de fondos, golpean la narrativa oficial que buscaba posicionar a Arabia Saudita como un laboratorio global de innovación urbana. Lo que en 2021 se presentó como el futuro de las ciudades sin autos ni emisiones, hoy parece más cercano a un espejismo en el desierto.
The Line sigue siendo, en teoría, la joya del plan Visión 2030, pero su travesía expone la tensión entre propaganda y viabilidad. Arabia Saudita busca vender una imagen de modernidad mientras lidia con los límites de su propia economía y las dudas del mercado internacional. El futuro de esta ciudad lineal, alguna vez símbolo de un nuevo mundo, se debate ahora entre el brillo del vidrio espejado y las grietas abiertas por la crisis financiera.