La cuarta y última temporada de Valeria ha llegado a Netflix con la promesa de dar un desenlace justo a sus protagonistas. Basada en las novelas de Elísabet Benavent, la serie ha sabido captar la evolución de Valeria y sus amigas, explorando temas como la maternidad, el amor y la independencia. En estos seis episodios finales, se cierra el círculo de sus historias sin traicionar el espíritu de la ficción.

Un cierre fiel a sus personajes

Valeria, interpretada por Diana Gómez, enfrenta una decisión clave en su vida sentimental y profesional. Su relación con Bruno parecía encaminada hacia la estabilidad, pero la sombra de Víctor nunca desapareció del todo. En un giro que honra su esencia, Valeria elige su camino sin depender de ningún hombre, priorizando su carrera como escritora y su propio crecimiento personal.

La evolución de sus protagonistas

Las amigas de Valeria también encuentran su propio cierre. Lola decide dejar Madrid y emprender un viaje que simboliza su libertad y su constante búsqueda de nuevas experiencias. Carmen, en plena maternidad, logra equilibrar su vida profesional y familiar, demostrando que la conciliación, aunque complicada, es posible. Nerea, por su parte, reafirma su identidad y su relación con Georgina, encontrando finalmente el amor sin miedos ni inseguridades.

Más allá de las resoluciones individuales, la serie se despide con una escena que encapsula la esencia de Valeria: las cuatro amigas juntas, brindando por el futuro y por todo lo que han vivido. Un cierre emotivo, pero sin excesos, que deja claro que sus historias continúan fuera de la pantalla. La serie concluye sin artificios, fiel a su tono ligero y a su mensaje de empoderamiento y amistad.

Así, Valeria cierra su ciclo con una temporada que, sin reinventar la historia, ofrece exactamente lo que sus seguidores esperaban: una despedida cálida, realista y con la dosis justa de nostalgia.